martes, 2 de junio de 2009

Federico Garcia Lorca



(Fuente Vaqueros, provincia de Granada, 5 de junio de 1898 – entre Víznar y Alfacar, ibídem, 18 de agosto de 1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español, también conocido por su destreza en muchas otras artes. Adscrito a la llamada Generación del 27, es el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX. Como dramaturgo, se le considera una de las cimas del teatro español del siglo XX, junto con Valle-Inclán y Buero Vallejo. Murió ejecutado tras el levantamiento militar de la Guerra Civil Española, por su afinidad al Frente Popular y por ser abiertamente homosexual.

Una de sus obras fue:
El romancero gitano
es una obra poética de Federico García Lorca, publicada en 1928. Está compuesta por dieciocho romances con temas como la noche, la muerte, el cielo, la luna. Todos los poemas tienen algo en común, tratan de la cultura gitana. El autor hace muchas descripciones al mundo de los gitanos.

Presenta una gran síntesis entre la poesía popular y la alta, transcurre entre dos motivos centrales, Andalucía y los gitanos, tratados de manera metafórica y mítica.

La obra refleja las penas de un pueblo perseguido que vive al margen de la sociedad y que se ve perseguido por los representantes de la autoridad, y por su lucha contra esa autoridad represiva. El libro tiene mucha sensualidad y muchas metáforas que marcan la historia.

Relación entre Luis de Góngora y la generación del 27




La recuperación de la obra de Góngora es uno de los rasgos que unen a los poetas de la generación del 27. Esta admiración por el poeta cordobés se plasmó en diversos actos, como el famoso homenaje que le rindieron en el Ateneo de Sevilla y en la aparición de numerosas antologías y publicaciones. Entre las obras filológicas destinadas al conocimiento y divulgación de la obra de Góngora destaca especialmente el trabajo de prosificación de su obra llevada a cabo por Dámaso Alonso.

martes, 26 de mayo de 2009

Novelas y peliculas sobre la guerra civil



PELICULAS:



Dragón Rapide. (1986).
El capitán general de las Islas Canarias en julio de 1936, el general Francisco Franco, está al frente del grupo de militares que se apresta a derribar el Gobierno del Frente Popular durante la Segunda República española. Para que la operación llegue a buen puerto, Franco debe trasladarse secretamente hasta Marruecos para tomar el mando de las tropas sublevadas. El Dragon Rapide, un avión británico, será clave en el desarrollo de la operación.

Las largas vacaciones del 36. (1976).
La Guerra Civil española pilló por sorpresa a mucha gente cuando estaban en plenas vacaciones estivales. Muchos tuvieron que quedarse donde estaban, intentando sobrevivir en las zonas rurales, donde la contienda sonaba como un eco lejano. En un pueblecito cercano a Barcelona, varias familias amigas deciden seguir en sus casas, donde estaban de veraneo, hasta que termine la guerra. Para los niños se convertirán de esta forma, en unas largas e inesperadas vacaciones. Entre los mayores las actitudes serán diversas según se recrudece el conflicto. Hay quienes viajan cada día a la ciudad para mantener su trabajo, y hay quienes se instalan para permanecer escondidos en el pueblo debido a su ideología...


NOVELAS:



Madrid, DE CORTE A CHECA.

Narrada a través de los ojos de un joven falangista madrileño, esta novela, con tintes autobiográficos, se divide en tres partes:

En la primera, «Flores de lis», se narra la desaparición de la monarquía tras las elecciones municipales de 1931, ante la previa desidia y frivolidad de los que se supone deberían haber sido sus más acérrimos defensores.

La segunda parte, «Himno de Riego», se inicia con la proclamación de la república, una república esperanza de muchos y pesadilla de otros. Las familias distinguidas alargan sus veraneos en su «exilio» en Francia a la espera de acontecimientos que aclaren la situación del país. Es en esta parte en la que el propio autor se retrata en el momento en que, junto a otros como Rafael Sánchez Mazas, Dionisio Ridruejo o el propio José Antonio, se redacta el himno de Falange, el Cara al Sol.

La tercera parte, «Hoz y martillo» transcurre durante los años 1936 y 1937; se narran los avatares de los distintos personajes, envueltos en la sinrazón de una ciudad irreconocible en la que la violencia y la barbarie campan por sus respetos.

La trama, además, se ve aderezada con la humanidad y la cercanía de una historia de amor que consigue dotar de calidez, vivacidad y dinamismo a la obra.

Memorias de un republicano.
Testigo privilegiado de unos años determinantes en la historia de España, Luis de Azcárate narra los avatares de su familia durante la Guerra Civil y su posterior salida de España. Su infancia y adolescencia transcurrieron en Madrid, donde fue educado en el seno de una familia de tradición laica y liberal de la burguesía acomodada y en las aulas de la Institución Libre de Enseñanza. Durante esa etapa vivió momentos como la dictadura de Primo de Rivera y la llegada de la II República.

«La guerra me permitió conocer rasgos de gente de aquella época a la que admiré y sigo admirando: su espíritu solidario, su silencioso sacrificio, su afán de conocimiento, su honestidad, su entrega a la defensa de la democracia. A ello se unía un profundo sentimiento de injusticia por la pérdida de la guerra. Durante el exilio, todo ello mantuvo vivo mi deseo de regresar a España y hacer cuanto pudiera por contribuir a la restauración de la República. Por ello milité en el PCE».

Su activismo como estudiante antifascista, el exilio en México y Francia, su militancia en el PCE, su vida en Praga, trazan un trepidante recorrido vital de postguerra que culmina en el regreso a la España franquista. El acoso policial, las sucesivas detenciones y su despido laboral por «comunista peligroso» son el preámbulo de su traslado a la República Democrática Alemana (RDA), sus diez años de vida en la Cuba revolucionaria y su estancia de cuatro años en Argelia. Volvió a España en 1976 para instalarse definitivamente en su país.

Sin dejar de lado lo cotidiano, su testimonio da cuenta de los importantes acontecimientos que se sucedieron en aquellos años. El olor a café tostado o los gritos del trapero sirven de trasfondo a este relato histórico lleno de vida. De Azcárate pone en orden y organiza cronológicamente los recuerdos, contados con extraordinaria naturalidad y cercanía, de una vida intensa y repleta de interesantes encuentros.

lunes, 25 de mayo de 2009

A josé Maria Palacios


Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca persequí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Miguel de Unamuno



Miguel de Unamuno nació en la calle Ronda del casco viejo de Bilbao. Era el tercer hijo y primer varón, tras María Felisa y María Jesusa, del matrimonio habido entre el comerciante Félix de Unamuno Larraza y su sobrina carnal, Salomé Jugo Unamuno. Más tarde nacerán Félix, Susana y María Mercedes. A los diez años, al acabar sus primeros estudios en el colegio de San Nicolás y a punto de entrar en el instituto, asiste como testigo al asedio de su ciudad durante la Tercera Guerra Carlista (lo que luego reflejará en su primera novela, "Paz en la guerra")

OBRAS:

Narrativa
La obra narrativa de Miguel de Unamuno, en orden cronológico, es la siguiente:

* Paz en la guerra (1895), obra en la cual utiliza el contexto de la tercera guerra carlista (que conoció en su niñez) para plantear la relación del yo con el mundo, condicionado por el conocimiento de la muerte;
* Amor y pedagogía (1902), que une lo cómico y lo trágico en una reducción a lo absurdo de la sociología positivista;
* Recuerdos de niñez y mocedad (1908) es una obra autobiográfica. En ella el autor vasco reflexiona sobre los primeros años de su vida en Bilbao.
* El espejo de la muerte (1913), libro de cuentos.
* Niebla (1914), obra clave de Unamuno, que él caracteriza con el nombre Nivola para separarla de la supuesta forma fija de la novela.
* En 1917 escribe Abel Sánchez, donde invierte el tópico bíblico de Caín y Abel para presentar la anatomía de la envidia;
* Tulio Montalbán (1920) es una novela corta sobre el problema íntimo de la derrota de la personalidad verdadera por la imagen pública del mismo hombre.
* También en 1920 se publican tres novelas cortas con un prólogo de gran importancia: Tres novelas ejemplares y un prólogo.
* La última narración extensa es La tía Tula (1921), donde se presenta el anhelo de maternidad ya esbozado en Amor y pedagogía y en Dos madres.
* Teresa (1924) es un cuadro narrativo que contiene rimas becquerianas, logrando en idea y en realidad la recreación de la amada.
* Cómo se hace una novela (1927) es la autopsia de la novela unamuniana.
* En 1930, Unamuno escribe sus últimas novelas: San Manuel Bueno, mártir, en la que habla de un sacerdote que predica algo en lo que el no logra creer; y Don Sandalio, jugador de ajedrez.

Novela

En la época literaria que rodeaba al autor por entonces, se exigían unos rígidos patrones de procedimiento a la hora de escribir y publicar una novela: una temática particular, líneas de tiempo y acción específicas, convencionalismos sociales... una especie de guión no escrito pero aceptado por todos. Y esto suponía a Unamuno un corsé del que pretendería desprenderse de alguna forma, para expresarse en sus páginas como estimara oportuno. Su solución fue inventar un nuevo género literario, al que bautizó como "nivola", y de esta forma, no podría obtener crítica ninguna en lo referente a reglas de estética o composición, porque solo debería atender a las reglas que él mismo hubiese diseñado para su nuevo género. Así lo expresa en el prólogo de Niebla (1914):
[...] He oído también contar de un arquitecto arqueólogo que pretendía derribar una basílica del siglo X, y no restaurarla, sino hacerla de nuevo como debió haber sido hecha y no como se hizo. Conforme a un plano de aquella época que pretendía haber encontrado. Conforme al proyecto del arquitecto del siglo X. ¿Plano? Desconocía que las basílicas se han hecho a sí mismas saltando por encima de los planos, llevando las manos de los edificadores. También de una novela, como de una epopeya o de un drama, se hace un plano; pero luego la novela, la epopeya o el drama se imponen al que se cree su autor. O se le imponen los agonistas, sus supuestas criaturas. Así se impusieron Luzbel y Satanás, primero, y Adán y Eva, después, a Jehová. ¡Y ésta sí que es nivola, u opopeya o trigedia! Así se me impuso Augusto Pérez. Y esta trigedia la vio, cuando apareció esta mi obra, entre sus críticos, Alejandro Plana, mi buen amigo catalán. Los demás se atuvieron, por pereza mental, a mi diabólica invención de la nivola. Esta ocurrencia de llamarle nivola –ocurrencia que en rigor no es mía, como lo cuento en el texto– fue otra ingenua zorrería para intrigar a los críticos. Novela y tan novela como cualquiera otra que así sea. Es decir, que así se llame, pues aquí ser es llamarse. ¿Qué es eso de que ha pasado la época de las novelas? ¿O de los poemas épicos? Mientras vivan las novelas pasadas vivirá y revivirá la novela. La historia es resoñarla.

Filosofía
La filosofía de Unamuno no fue una filosofía sistemática, sino una negación de cualquier sistema y una afirmación de fe "en sí misma". Se formó intelectualmente bajo el racionalismo y el positivismo. Durante la época de su juventud, escribió artículos en los cuales se apreciaba claramente su simpatía por el socialismo, y tenía una gran preocupación por la situación en la que se encontraba España.

La influencia de algunos filósofos como Adolf von Harnack provocó el rechazo de Unamuno por el racionalismo. Tal abandono queda de manifiesto en su obra San Manuel Bueno, mártir, donde la metáfora de la nieve cayendo sobre el lago ilustra su postura en favor de la fe —la montaña sobre la cual la nieve crea formas, paisajes, frente al lago, donde ésta se disuelve y se transforma en nada—.

Para él la muerte es algo definitivo, la vida acaba. Sin embargo, pensaba que la creencia de que nuestra mente sobrevive a la muerte es necesaria para poder vivir. Desde luego, se necesita creer en un Dios, tener fe, lo cual no es racional; así siempre hay conflicto interior entre la necesidad de la fe y la razón que niega tal fe. Es considerado uno de los predecesores de la escuela existencialista que, varias décadas después, encontraría su auge en el pensamiento europeo. Así estudió danés para leer directamente a Søren Kierkegaard (1813-1855), a quien en sus obras solía llamar, en su peculiar y cordial estilo: hermano.

La preocupación por España se manifestó en los ensayos recogidos en sus obras:

* En torno al casticismo (1895).
* Vida de Don Quijote y Sancho (1905).
* Por tierras de Portugal y España (1911).

Durante la guerra y a partir de agosto de 1936, Unamuno comenzó a tomar apuntes para un libro que no llegaría a escribir y en el que plasma su testamento político: El resentimiento trágico de la vida. Notas sobre la revolución y la guerra civil españolas.

Sus obras más puramente filosóficas son

* Del sentimiento trágico de la vida (1913).
* La agonía del cristianismo (1925).

Poesía

Para Unamuno el arte era un medio de expresar las inquietudes del espíritu. Por ello, en la poesía y en la novela trata los mismos temas que había desarrollado en los ensayos: su angustia espiritual y el dolor que provoca el silencio de Dios, el tiempo y la muerte.

Siempre se sintió atraído por los metros tradicionales y, si bien en sus primeras composiciones procura eliminar la rima, más tarde recurre a ella. Entre sus obras poéticas destacan: Poesías (1907), Rosario de sonetos líricos (1911), El Cristo de Velázquez (1920), Andanzas y visiones españolas (1922), Rimas de dentro (1923), Teresa. Rimas de un poeta desconocido (1924), De Fuerteventura a París (1925), Romancero del destierro (1928) y Cancionero (1953).

Ya desde su primer libro, Poesías (1907), se perfilan los temas que van a dominar en la poética unamuniana: el conflicto religioso, la patria y la vida doméstica.

Dedicó a la ciudad estas bellas palabras: "Salamanca, Salamanca, renaciente maravilla, académica palanca de mi visión de Castilla".

Tosco y prosista, nunca se le ha reconocido por versos armoniosos y trabajados, sino por estrofas breves, castellanas y muy personales: en palabras de Ramón Irigoyen, prologuista de Niebla en la edición de El Mundo, Unamuno siempre fue un "eyaculador precoz del verso", haciendo referencia a su escaso detenimiento en la revisión de sus poemas conclusos, en comparación con otros poetas de la época tales como Machado o Juan Ramón Jiménez.

Teatro

La obra dramática de Unamuno presenta su línea filosófica habitual; de ahí que obtuviera un éxito más bien escaso. Temas como la indagación de la espiritualidad individual, la fe como «mentira vital» y el problema de la doble personalidad son tratados en La esfinge (1898), La venda (1899) y El otro (1932). Actualiza la tragedia euripídea en Fedra (1918) y traduce la Medea (1933) de Séneca.

El teatro unamuniano tiene las siguientes características:

1. Es esquemático, está despojado de todo artificio y en él sólo tienen cabida los conflictos y pasiones que afectan a los personajes. Esta austeridad es influjo de la tragedia griega clásica.
2. Si los personajes y los conflictos aparecen desnudos, la escenografía también se ve despojada de todo artificio. Es una escenografía, simplificada al máximo.
3. Lo que realmente le importa es presentar el drama que transcurre en el interior de los personajes y, sin duda, de su interior.

Con la simbolización de las pasiones y la austeridad tanto de la palabra como escenográfica, el teatro unamuniano entronca con las experiencias dramáticas europeas y abre un camino a la renovación teatral española, que será seguido por Ramón Valle-Inclán, Azorín y, más tarde, Federico García Lorca.

Epistolario

Miguel de Unamuno reflejó en su abundante Epistolario, las impresiones de viajes a lo largo de la geografía salmantina: era un enamorado de las Arribes, Sierra de Francia, La Alberca, etc.

Bibliografía

* Emilio Salcedo: Vida de don Miguel, Editorial Anaya, Salamanca, 1964: Con importantes aportaciones de testigos presenciales de los hechos.
* Julián Marías: Miguel de Unamuno, Espasa Calpe, Madrid 1943, 220 págs. Recogido, posteriormente, en Obras, Editorial Revista de Occidente, Madrid, 1960. Vol. V
* Jesús Blázquez: Miguel de Unamuno y Bernardo G. de Candamo: Amistad y Epistolario (1899-1936). Madrid: Ediciones 98, 2007.
* Laín Entralgo, Pedro (1988). Cajal, Unamuno, Marañón. Tres españoles. Círculo de Lectores. ISBN 978-84-226-2474-5.
* Laureano Robles: "Miguel de Unamuno: las Arribes,Salamanca 1998. Dep. legal: S. 806 1998.

martes, 28 de abril de 2009

Generación del 98


La Generación del 98 es el nombre con el que se ha agrupado tradicionalmente a un grupo de escritores, ensayistas y poetas españoles que se vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social acarreada en España por la derrota militar en la Guerra Hispano-Estadounidense y la consiguiente pérdida de Puerto Rico, Cuba y las Filipinas en 1898. Todos los autores y grandes poetas englobados en esta generación nacen entre 1864 y 1876.

Se inspiraron en la corriente de crítica del canovismo denominada regeneracionismo y ofrecieron una visión artística en conjunto en La generación del 98. Clásicos y modernos.

Estos autores comenzaron a escribir en una vena juvenil hipercrítica e izquierdista que más tarde se orientará a una concepción tradicional de lo viejo y lo nuevo. Pronto, sin embargo, siguió la polémica: Pío Baroja y Ramiro de Maeztu negaron la existencia de tal generación, y más tarde Pedro Salinas la afirmó, tras minucioso análisis, en sus cursos universitarios y en un breve artículo aparecido en Revista de Occidente (diciembre de 1935), siguiendo el concepto de "generación literaria" definido por Peterson; este artículo apareció luego en su Literatura española. Siglo XX, 1949.

martes, 21 de abril de 2009

David Livingstone



Médico y misionero escocés, considerado como uno de los más importantes exploradores de África. Nació el 19 de marzo de 1813, en Blantyre, Escocia. En 1823 empezó a trabajar en una fábrica textil. Más tarde, mientras estudiaba medicina en Glasgow, asistió también a clases de teología. En 1838, ofreció sus servicios a la Sociedad Misionera de Londres, y cuando terminó sus estudios de medicina en 1840, se ordenó y partió para su primer servicio como misionero médico a África del Sur. En 1841 llegó a Kuruman, una colonia en Bechuanalandia (en la actual Botsuana) que había sido fundada por el misionero escocés Robert Moffat.
Livingstone empezó a trabajar con la población de Bechuanalandia, y desde allí pretendía continuar avanzando hacia el norte, a pesar de la declarada hostilidad que ejercían los bóers, colonos de raza blanca, principalmente de ascendencia holandesa. Contrajo matrimonio con Mary Moffat, hija de Robert Moffat, en 1845, y empezaron a trabajar juntos, adentrándose en regiones donde ningún europeo había llegado antes que ellos. En 1849 cruzó el desierto de Kalahari y descubrió el lago Ngami. En 1851, en compañía de su mujer y sus hijos, descubrió el río Zambeze.

En otra de sus expediciones (1852-1856), cuando buscaba una ruta para cruzar desde la costa este hasta la oeste, viajó hacia el norte desde Ciudad de El Cabo hasta el río Zambeze, y después hacia el oeste hasta Luanda, en la costa atlántica. Cuando hacía el viaje de vuelta al Zambeze, Livingstone siguió su cauce hasta la desembocadura en el océano Índico, lo que le permitió descubrir las cataratas Victoria (1855).
Las exploraciones de Livingstone sirvieron para hacer una revisión de los mapas existentes en aquel tiempo. Cuando regresó al Reino Unido en 1856 fue recibido como un gran explorador, y además, gracias a su libro Misiones e investigaciones en el sur de África (1857) se hizo famoso. En 1858 abandonó la compañía misionera y el gobierno británico le nombró cónsul en Quelimane (actual Mozambique), en la costa este de África, y jefe de una expedición de exploración por la región central y oriental de África. Cuando volvió al continente africano en 1858, se dirigió con la expedición a la cabecera del río Shire, un tributario del Zambeze, y descubrió el lago Nyasa (denominado en la actualidad lago Malawi). En 1859 exploró el río Rovuma y descubrió el lago Chilwa. Cuando exploraba las tierras que rodean el lago Nyasa, Livingstone empezó a tomar conciencia de las terribles consecuencias que estaban padeciendo los indígenas africanos por el tráfico de esclavos al que eran sometidos por parte de árabes y portugueses.

En 1865, durante una de sus visitas a Inglaterra, escribió Relato de una expedición al Zambeze y sus afluentes, que era una condena del comercio de esclavos y un estudio de las posibilidades comerciales de la región (que actualmente ocupa la mayor parte de Malawi y Mozambique). En 1866, gracias principalmente a la financiación desinteresada de amigos y admiradores, Livingstone dirigió una expedición que pretendía descubrir las fuentes del río Nilo y explorar la línea divisoria de las aguas de África central. Después, siguió el cauce del río Rovuma, descubrió los lagos Moero y Bangweulu, y llegó al lago Tanganica en 1869.

Durante el tiempo que duró la expedición se tuvieron muy pocas noticias de Livingstone, lo que provocó una situación de preocupación internacional por la suerte que hubiera podido correr el explorador. Mientras tanto, en 1870, Livingstone emprendía viaje desde Ujiji, en el lago Tanganica, hacia las tierras situadas al oeste del lago, y se convirtió en el primer europeo que llegó al río Lualaba, en la actual República Democrática del Congo. Después de haber sufrido grandes penalidades, regresó a Ujiji, donde se encontró con una partida de rescate que dirigía Henry Morton Stanley, un periodista angloamericano, de quien se cuenta la anécdota que saludó al explorador con el famoso comentario: “el doctor Livingstone, supongo”.
Después, los dos exploraron juntos las tierras del norte del lago Tanganica. Livingstone, esta vez en solitario, continuó su búsqueda del nacimiento del Nilo. Falleció en Chitambo (en lo que actualmente es Zambia), seguramente el 30 de abril de 1873, y su cuerpo fue encontrado el día 1 de mayo. Sus sirvientes enterraron su corazón bajo el árbol en que había fallecido y trasladaron su cuerpo a Zanzíbar, en la costa este africana. En abril de 1874, sus restos fueron definitivamente enterrados en la abadía de Westminster. Livingstone es considerado en la actualidad uno de los más importantes exploradores de África y uno de los pioneros en lucha contra la abolición del comercio de esclavos.